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“HaShem Meshalem: La billetera infinita del cielo”

Nuestros sabios del jasidismo, como el Ba’al Shem Tov, enseñaban que la verdadera riqueza no está en el bolsillo, sino en la conciencia de la fuente. El Rebe Najman de Breslev decía: “El que tiene emuná vive en otro mundo, uno donde todo lo que necesita ya le fue dado.”


Y alineado con este concepto, veía hoy un video en el que un hombre explicaba que mientras pagaba en el supermercado por su mercado decía “Likvod Shabat Kodesh”y la cajera le preguntaba si apenas era lunes porque decía eso. El señor le explicaba que Nuestros sabios enseñan que todo lo que se gasta o se hace para Shabat no se descuenta del sustento anual asignado por HaShem para nosotros en el año.


Ahí entra la frase: “HaShem Meshalem” (ה׳ משלם) — HaShem reembolsa, o HaShem paga. Es decir, existe el concepto de que todo lo que se gasta “Likvod Shabat Kodesh”, HaShem lo devuelve. Esto viene del principio de que el Shabat es un socio espiritual con el pueblo de Yisrael, y quien lo honra con fe y alegría será sostenido por el Creador mismo.


Ese hombre en el video no estaba solo comprando huevos, leche y pan, estaba sembrando confianza/Bitachon. Cuando dijo “Likvod Shabat Kodesh”, estaba declarando: “Esto no lo compro yo. Esto lo paga mi Padre.”



Lo curioso del video no es el señor explicándole a la cajera esto, sino la respuesta de la cajera al señor cuando con una sabiduría celestial, respondió: “Todo lo paga HaShem” …y es verdad!!! Todo es gratis. Todo es misericordia. Ahí está la joya del mensaje: No solo Shabat es patrocinado por HaShem. La vida entera lo es.


Esto refleja una de las enseñanzas centrales del jasidismo: La vida es un continuo acto de recibir. Todo viene de la bondad infinita de HaShem. Cuando abrimos los ojos a eso, dejamos de sentirnos vacíos o escasos, y empezamos a vivir con gratitud, confianza y humildad. El Rebe de Kotzk dijo una vez: “El problema no es cuánto tienes, sino cuánto crees que te falta.”


Cuando internalizamos esto, dejamos de vivir con miedo, con ansiedad por el sustento o el futuro. Entendemos que no vivimos de lo que ganamos, sino de lo que HaShem nos da. Y Él nunca se queda sin fondos.


Decir “HaShem Meshalem” no es solo para la caja registradora antes de Shabat. Es para cada momento en el que abrimos el corazón y recordamos: “Mi Padre Celestial paga por todo. Él me sostiene. Él me ama.”


El Shabat, enseñaba el Rebe de Lubavitch, es una muestra semanal de la redención futura, cuando el mundo entero vivirá con conciencia de HaShem. Por eso, al preparar Shabat desde el lunes, como el hombre del video, ya estamos viviendo con la fe del Gueulá (redención) No esperemos al viernes para honrar el Shabat. Vivamos toda la semana con emuná en que HaShem paga, HaShem cuida, HaShem da.”


Esta mentalidad transforma el alma. Porque cuando uno reconoce que todo lo que tiene es un regalo, vive sin quejas, sin envidia y sin miedo. Vivir así no solo nos llena de paz, sino que abre canales de abundancia. Porque HaShem ama dar a quienes confían en Él, como un padre que sonríe al ver que su hijo sabe que papá siempre está ahí.


Lección: confiar para recibir



El Ba’al Shem Tov decía que la emuná atrae bendiciones como un imán. No porque la fe sea mágica, sino porque la fe conecta con la Fuente. Y la Fuente —HaShem— no se agota, no se cansa, no se olvida. Él abre Su billetera todos los días, no solo para Shabat, sino para cada hijo que confía en Él.


Está semana al comprar algo, incluso lo más pequeño, di en voz baja: “Esto viene de Ti, HaShem. Gracias.” Al recibir tu sueldo o pagar una cuenta, recuerda: “Esto no lo gané yo. Tú me lo diste. Tú pagaste.” Al preparar para Shabat, incluso desde el lunes, hazlo con alegría y di: “Likvod Shabat Kodesh – HaShem Meshalem.”


Decir “HaShem Meshalem” no es solo para la caja registradora antes de Shabat. Es para cada momento en el que abrimos el corazón y recordamos: “Mi Padre Celestial paga por todo. Él me sostiene. Él me ama.”


Cuando reconoces la Fuente, nunca te falta el agua, Cuando vives con emuná, no solo tienes lo que necesitas. Tienes paz. Y eso es más valioso que todo el oro del mundo. Como dijo un tzadik, cuyo nombre se me escapa: “El hombre rico no es el que tiene mucho, sino el que sabe que todo lo que tiene, lo recibió con amor del Cielo”.

 
 
 

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