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Beshalaj: Bendicir, Decretar, Aceptar, Permitir y Recibir, la llave para los Milagros en Nuestra Vida

Actualizado: 13 feb

La travesía de los Hijos de Israel por el desierto, narrada en la Parashá Beshalaj, no es simplemente un relato histórico de nuestra liberación y el cruce del Mar Rojo (Yam Suf), sino un mapa espiritual que revela cómo ciertas acciones humanas aparentemente simples —bendecir, decretar, aceptar, permitir y recibir— se entrelazan con la voluntad divina para crear milagros.


Desde el cruce del Yam Suf hasta la caída del maná, vemos que estas prácticas tienen el poder de abrir puertas y transformar nuestras vidas. Sin embargo, hay una condición importante: estas acciones deben ir acompañadas de una alineación entre la mente (la idea/el pensamiento), la boca (la palabra) y el corazón (el deseo).


Debemos entender que en la mente, el pensamiento no es solo una imagen, sino una llave que nos ayuda a construir la realidad que nuestro corazón desea. Debemos visualizar lo que el corazón siente y anhela.


Es crucial ser conscientes de que nuestras palabras no son simples sonidos, sino códigos vibracionales capaces de atraer lo que deseamos y cambiar nuestra realidad. En la Torah, el hablar no es solo sonidos, es un acto de manifestar la idea, es un acto de materializar lo que “existe en potencial”. Diber en hebreo דבר tiene una Gematria de 206 y esto contiene un secreto muy bonito. Si sumamos estos números 2+0+6=8; 8 es un equivalente a milagros!!! 8 está por encima de la naturaleza…pero cuando logramos que 206 sea 8, cuando entendemos el valor de Bitul: cuando nuestro deseo, nuestra voluntad esté alineada en 100% con el plan divino, cuando logramos alinearnos totalmente con la Luz de El Creador, en ese momento entre el 2 y el 6 no hay nada, hay un 0 y pasamos de 206 a tener 2 y 6, 26 es YH-VH. Cuando pasa eso nuestra palabras pasan de ser meros sonidos y les damos un poder de creación.


Por último, lo que deseamos y anhelamos con el corazón se decreta en los mundos espirituales. La palabra “deseo” (ratzón en hebreo) se escribe con las mismas letras que tzinor, que significa "conducto", "tubería" o "canal", lo que sugiere que el deseo construye un canal, una especie de tubería por la cual lo que deseamos desciende del mundo espiritual al mundo material.


1. Bendecir – לְבָרֵךְ (Levarej)





"Entonces Moshé clamó a HaShem, y HaShem le mostró un árbol; él lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron." (Shemot 15:25)


Cuando los Hijos de Yisrael llegaron a Mará, encontraron aguas amargas. Moshé, al seguir la indicación de HaShem, arrojó un árbol al agua y esta se endulzó. Este acto representa la capacidad de transformar lo amargo en dulce a través de la bendición.


Bendecir activa una energía de cambio que transforma la percepción de nuestra realidad. La palabra "Baruj" (ברך) comparte raíz con "Berejá" (ברכה), que significa "fuente" o "canal de abundancia". Al bendecir, nos alineamos con la luz y facilitamos la llegada de bendiciones.


Bendecir cambia la forma en que nuestra mente interactúa con el campo de información, permitiendo que la energía positiva fluya. Cuantas más bendiciones identifiquemos, más sincronías se presentarán en nuestra vida. Bendecir con sinceridad nos saca de un estado de carencia y nos conecta con uno de abundancia. Nos deshacemos del campo energético de la escasez y nos recubrimos con un campo energético que resuena con la vibración de la plenitud. Al reconocer la abundancia ya existente, permitimos que más fluya hacia nosotros. Nos olvidamos de nuestro rol de víctima y asumimos nuestro rol de co-creadores.


Cada mañana, tómemonos un momento para bendecir absolutamente todo lo que tenemos: salud, hogar, oportunidades, comida, dinero, amigos, pareja, hijos, la cena de Shabbat, fuente de ingresos... todo lo que hagamos en el día debe ser bendecido, incluso las cosas que no salen según nuestro plan. Al hacerlo, reconfiguramos nuestra conciencia para atraer más de lo que valoramos.


2. Decretar – לִגְזוֹר (Ligzor)


"Y tú, levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo." (Shemot 14:16)




Cuando Moshé enfrentó el Yam Suf, recibió la instrucción de levantar su vara y decretar la apertura del mar. La acción de Moshé no fue pasiva; implicó certeza absoluta de que el milagro ocurriría. La palabra גזירה (gezeirá, "decreto") tiene el mismo valor numérico que "beka’ehu" (בְּקָעֵהוּ, "divídelo"), mostrando la conexión entre decreto y manifestación


La palabra גזר (Gezer, decretar) tiene un valor numérico (gematria Kollel) equivalente a אור אין סוף (Or Ein Sof, Luz Infinita), y nos recuerda que las palabras alineadas con la voluntad divina activan realidades ocultas. Cuando decretamos algo con plena certeza y un deseo puro, estamos activando fuerzas cósmicas que transforman los pensamientos en realidades.


Según la Kabalá, lo que decretamos con convicción se convierte en una estructura mental que modifica nuestra experiencia. Cuando Moshé levantó su vara, actuó con certeza, y esa certeza fue clave para que el milagro ocurriera.


Cada vez que enfrentes un obstáculo, decretemos con claridad la solución que deseamos. No dudemos ni un momento, actuemos desde la certeza. Decretar con confianza nos alinea con el Or Ein Sof (la luz infinita). Un decreto firme reorganiza la energía a nuestro alrededor, atrayendo las circunstancias necesarias para que eso que deseamos se cumpla..


3. Aceptar – לְקַבֵּל (L’kabel)



"He aquí que haré llover pan del cielo para ustedes." (Shemot 16:4)


El maná fue una provisión diaria de HaShem, enseñando a los Hijos de Yisrael a confiar y aceptar. La aceptación implica reconocer que todo lo que llega es parte del plan divino, incluso cuando no lo comprendemos.


La palabra קבל (aceptar) tiene el mismo valor numérico (Gematria kollel) que סלם (Sulam, "escalera"), sugiriendo que aceptar eleva nuestra conciencia. La resistencia crea sufrimiento, pero la aceptación permite que la energía fluya libremente. 


Cada día, practiquemos aceptar lo que llega sin juzgarlo. Si algo parece un obstáculo, considera que puede ser una oportunidad oculta. La aceptación nos sincroniza con el flujo de la vida. Al dejar de resistirnos a lo que es, permitimos que la abundancia se exprese con mayor fluidez.Preguntemonos: "¿Qué aprendizaje hay aquí para mí?"


4. Permitir – לְהַתִּיר (L’hatir)




"Moshé extendió su mano sobre el mar, y HaShem movió el mar con un fuerte viento del este toda la noche." (Shemot 14:21)


El viento del este separó las aguas durante la noche, pero Moshé tuvo que permitir que el proceso se desarrollara. Muchas veces, queremos controlar cada detalle, pero la verdadera fuerza está en permitir que las cosas fluyan en el momento adecuado.


El exceso de control bloquea la manifestación de la abundancia. Soltar el control no significa ser pasivo, sino confiar en que el universo está trabajando a nuestro favor.


Si sentimos ansiedad por un resultado, respiremos profundo y repite: "Permito que todo se acomode en el tiempo perfecto." Observa cómo las soluciones llegan cuando dejamos espacio para ellas.


5. Recibir – לָקוּחַ (Lakoaj)


"Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que necesitaba." (Shemot 16:21)


El maná caía del cielo, pero los Hijos de Yisrael debían salir y recogerlo. Este es un mensaje claro: la abundancia existe, pero debemos estar preparados para recibirla.


Recibir no es solo un acto pasivo; requiere estar en la frecuencia correcta. Muchas veces, el autosabotaje/creencias limitantes nos impiden aceptar las bendiciones que ya están disponibles, no nos dejan verlas.


Abramos nuestro corazón a recibir con gratitud. Agradezcamos lo que tenemos y preparemonos para recibir más. Confíemos en que HaShem provee y proveerá siempre.


___________________________________________


En conclusión, A través de la Parashá Beshalaj, exploramos cómo las acciones de bendecir, decretar, aceptar, permitir y recibir no solo se manifiestan en la narrativa de la Torah, sino que también son principios fundamentales para alinearnos con la abundancia en nuestras vidas.


Cada una de estas acciones nos ayuda a sincronizarnos con el campo de información universal, permitiendo que la realidad se transforme de acuerdo con nuestra intención y percepción. Cuando alineamos nuestra conciencia con estas fuerzas, nos convertimos en co-creadores de nuestra propia vida, atrayendo la abundancia de manera natural. La abundancia no es algo que buscamos fuera de nosotros, sino una vibración con la que debemos sintonizarnos.


La Torah y la Kabaláh nos guían en este proceso, mostrándonos que el mundo físico y el espiritual están entrelazados, y que cada acción, pensamiento y palabra tiene un impacto en la forma en que experimentamos la realidad.

 
 
 

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