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Hablar con el alma, no con la fuerza - Parashat Emor.

Actualizado: 26 may


Parashat Emor (Vaikrá 21–24) establece las leyes específicas para los kohanim (sacerdotes), resaltando su pureza y santidad, así como las condiciones para ofrecer sacrificios. También se detallan las festividades del calendario hebreo, desde Shabat hasta Sucot, revelando el ciclo sagrado del tiempo. Además, se mencionan leyes sobre el encendido continuo de la Menorá y el pan de la proposición, y se concluye con un incidente sobre la blasfemia.


Pero hay algo muy interesante en el principio de esta lectura. El texto comienza  diciendo:


וַיֹּ֤אמֶר יְהֹוָה֙ אֶל־משֶׁ֔ה אֱמֹר אֶל הַכֹּהֲנִים בְּנֵ֣י אַֽהֲרֹ֑ן וְאָמַרְתָּ אֲלֵיהֶם…

“Vaidaber Adonay El Moshe Emor El Hacohanim VeAmarta Aleijem”


Y hablo Adonay A Moshe: di a los Cohanim (Sacerdotes) hijos de Aharon y les diras..


Nuestros sabios se detienen inmediatamente: ¿Por qué repetir el verbo? ¿Y por qué no usar daber, como se hace en tantas otras partes de la Torá?


Emor vs. Daber – Palabras desde el juicio vs. palabras desde la compasión


Nuestros sabios explican que hay una gran diferencia entre las palabras daber (דבר) y emor (אמר):


Daber está asociado con la guevurá —el atributo de fuerza, juicio, rigor. Es hablar con autoridad, con imposición, con el peso del decreto.


Emor, en cambio, viene del lado de la jesed —la bondad, el amor, la ternura. Es hablar con dulzura, compasión, desde un nivel superior de comprensión espiritual.


El Zohar HaKadosh (Emor 88a) enseña que la palabra daber activa fuerzas severas en los mundos superiores, mientras que emor convoca la energía del amor de HaShem, permitiendo que el mensaje llegue al corazón sin resistencia.


El Rabi Shneur Zalman de Liadí, fundador del Jasidismo Jabad, enseñaba que emor representa hablar desde el alma del que habla hacia el alma del que escucha. No es comunicación externa, es una conexión de neshamá a neshamá.


¿Por qué a los kohanim se les habla con emor?



Los kohanim representan en la tradición cabalística el nivel de mojin d’gadlut —la conciencia expandida, el estado de supra-razón donde el alma se conecta con su raíz divina.


Por eso HaShem no les habla con daber. No hay que imponerle a un alma elevada. A un kohen se le habla con ternura, porque él representa ese espacio interior desde donde debemos todos hablar: el alma.


Dice el Midrash Tanjuma que la doble expresión (“emor… ve’amarta”) viene a enseñar que debemos hablar con ternura a los adultos, para que ellos transmitan con ternura a los niños. Porque la educación que nace del juicio produce obediencia por miedo, pero no crea convicción. La que nace del amor, siembra raíces.


Reflexión personal – La voz del silencio


Estudiando esta parashá, comprendí algo que mi esposa viene diciéndome desde hace tiempo con paciencia: que con nuestras hijas, no se trata solo de hablar, sino de cómo lo hacemos.


Fue justo tema de conversación con mi hija mayor este Shabat. A veces hablamos demasiado, y con tono fuerte. Sermoneamos, insistimos, cantaleteamos como decimos en la costa. Y sí, obtenemos una reacción. Pero muchas veces no es la reacción que queremos. Es obediencia por cansancio, por temor, por rutina.


En cambio, hay momentos en los que decimos poco, pero con corazón, con dulzura, con conciencia. Y esas palabras tocan el alma. No producen reacción inmediata, pero siembran algo profundo que florece a su tiempo.


Mi papá era un hombre de voz fuerte. Imponente. Cuando hablaba, yo obedecía… pero muchas veces por miedo. Sin embargo, hubo momentos en que él no dijo nada, o dijo muy poco. Y esas pocas palabras, o ese silencio lleno de sentido, me dejaron huella.


A veces solo decía: ”¿Estás consciente de lo que hiciste?” O con voz suave: “Eso a mí no me afecta… no lo hagas por mí, hazlo por ti.” Y luego se iba…no había gritos, no había regaños, había un silencio que invitaba a la reflexión. Y eso fue lo que me marcó. Porque me hablaba desde un lugar de altura, pero no para aplastarme, sino para elevarme.


El poder de hablar desde la conciencia (mochin)



En la Kabbalah, se enseña que nuestras palabras pueden salir desde tres niveles:


Desde el ego (nefésh) – donde buscamos tener razón o controlar.

Desde la emoción (ruaj) – donde expresamos lo que sentimos, muchas veces sin filtrar.

Desde la conciencia superior (neshamá) – donde buscamos conectar, comprender y sembrar.


El Baal Shem Tov decía que hay veces en que las palabras suaves son como gotas de aceite que penetran el corazón. No rompen nada, pero abren todo.


“Cuando el alma calla, el corazón escucha.”


En Zóhar Shemot 3b, se dice:


“Tzinuta dechol tzinuta – la más secreta de las cosas secretas – está en el silencio.”


Este pasaje señala que el silencio es la expresión más profunda de la sabiduría espiritual. Cuando una persona elige no hablar, está canalizando una energía superior que no puede ser contenida en palabras. El silencio no es vacío, es receptividad pura, una preparación del alma para recibir, para integrar, para transformar.


Silencio como contenedor de Luz


En la Kabbalah, el lenguaje se asocia con la sefirá de Maljut, la expresión. Pero antes de la expresión está Biná, la sabiduría que entiende el mensaje, y más allá está Jojmá, la chispa de comprensión pura, que muchas veces no se puede articular. La verdadera voz del alma no siempre habla. A veces, espera.


Rabí Najman de Breslov enseña:


“Hay momentos en los que es mejor callar que hablar, porque el silencio permite que la palabra que sí se diga tenga verdadero poder.”


El Baal HaTania, en el Likutei Amarim (cap. 32), dice que cuando uno habla desde la autoridad o el juicio (diber), puede hacer que la otra persona cierre su corazón. Pero cuando uno comunica desde un estado elevado, desde la compasión o incluso desde el silencio consciente, se crea un canal para que el otro pueda recibir.


“Daber” vs. “Emor”: Hablar desde el juicio vs. hablar desde el alma



El uso del verbo “Daber” (דבר) aparece en contextos donde se necesita fuerza, firmeza, juicio. Es la voz que ordena, que confronta, que impone límites.


En contraste, “Emor” (אמר) es un verbo suave. Según Rashí en Vaikrá 21:1, la Torá elige “emor” para enseñarle al cohen, quien representa la dimensión más elevada del alma, que su manera de hablar debe ser siempre desde la compasión y el amor.


¿Por qué? Porque el cohen simboliza la conciencia superior (la Neshamá), y cuando esta habla, debe hacerlo con el objetivo de elevar, no de imponer.


El Midrash Rabá (Vaikrá 26:2) dice:


“Así como HaShem habla a Moshé con dulzura, también tú (Moshé) habla con dulzura a los hijos de Yisrael.”


Silencio: el lenguaje de lo eterno



El Rebe de Lubavitch, en sus Maamarim sobre Parashat Emor (Toras Menachem 5741), enseña que el verdadero poder de las palabras no está en lo que se dice, sino en la intención que las antecede. Y esa intención se cultiva en el silencio interior, en la meditación, en la conexión con el alma. Por eso, a veces decimos mucho con pocas palabras, y a veces al callar, creamos más impacto que con sermones.


Por eso cuando esperaba una reprimenda de mi padre y recibía en cambio un silencio lleno de presencia, o una frase corta y serena como:


“Eso a mí no me afecta, no lo haces por mí, sino por ti…”


Eso es “Emor”: una palabra que toca el alma sin forzarla. Y también es silencio consciente: una expresión que despierta reflexión, no por miedo, sino por despertar interno.


Tal como mi esposa me ha tratado de enseñar, y como me lo recordaba mi hija mayor en Shabat: no se trata solo de qué decimos, sino del cómo, del cuándo y desde qué lugar lo decimos.


Cuando corregimos hablando desde el diber, puede haber obediencia, pero a menudo es temporal. Cuando decimos desde el “emor”, incluso si no hay reacción inmediata, la semilla queda plantada. Y cuando callamos con sabiduría, el alma del otro puede abrirse, porque no se siente atacada, sino respetada.


La Torá no dice “Daber el hakohanim”, sino “Emor el hakohanim”, porque el cohen es esa parte de nosotros que sabe hablar desde la compasión y sabe también cuándo no hablar.


A veces el mejor acto de amor es una palabra suave. Otras veces es un silencio profundo. Ambos pueden transformar un corazón, y elevar un alma.


La diferencia entre emor y daber es la diferencia entre hablar para controlar y hablar para despertar.


Hablar desde la guevurá (La severidad) impone, asusta, empuja. Hablar desde la jesed transforma, eleva, guía.


Como padres, parejas, líderes o amigos, podemos elegir cómo hablar: ¿Desde el ego o desde el alma? ¿Desde la urgencia o desde la eternidad? ¿Desde el juicio o desde el amor?


Hablarle a nuestro Cohen, a nuestra supraconsciencia debe ser nuestra norma: No gritar, No imponer… hablarle al cohen es decir con dulzura, desde lo alto. Y por eso HaShem le dice: Emor… ve’amarta. Porque cuando decimos desde lo profundo, dejamos huella.

 
 
 

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