Pekudei
- Luis Alfredo De la Rosa
- 15 mar 2024
- 4 Min. de lectura
Si algo he aprendido en este caminar de mi regreso al judaísmo es que, tal y como dice mi Rav M”D, debemos buscar siempre frases que sean tesoro para nuestro crecimiento espiritual y nuestras vidas, en nuestro estudio de las Parashiot.
Al final de esta parasha encontramos una frase que me pareció muy interesante: Vaiechal Moshe Et HaMelacha - (ויכל משה את־המלאכה) - “Y acabo Moshe con la obra…” refiriéndose a la obra de la construcción del Mishkan (Tabernáculo)
El valor numérico de esta expresión es 913. 913 es el valor numérico de la primera palabra de la Torah - “Bereshit” (בראשית) - “En Un Principio”.
Escuche una clase de El Rebbe en que enseñaba que la mística de la palabra Bereshit era tan profunda que contenía todas las intenciones de la creación. D-os creo al mundo con una deseo y una intención - Dirah Betachtonim - el deseo de una morada/un hogar en el cual morar. Pero Dirah no es un deseo cualquiera (no un Ratzon- más conectado con una voluntad), es un deseo que proviene de un sentimiento puro que viene del alma. Y nuestra misión, la razón por la cual existimos, es terminar la obra de Hashem, terminar de hacer de este mundo un lugar digno para que El habite, revelando lo divino en este mundo material.
Mishkan significa “Lugar de Morada”. La expresión “Shokanti” significa “Morare Yo”. Shekinah (La Divina Presencia) viene de la palabra Shekan que significa morar/habitar.
Podríamos entonces entender que la construcción del Mishkan no se refiere solo a la morada física de Hashem. La expresión versa (Va’asuli Mikdash v’shokanti b’tocham) “y construirán un lugar santo para que yo more entre ellos” y no “para Yo morar allí” nos hace entender que debíamos construir en nuestro interior un “tabernáculo” para que El more “Entre/dentro de Nosotros”. El trabajo que debíamos hacer era tanto físico como espiritual.
Debemos hacer de nuestro cuerpo y nuestro corazón un Mishkan para poder despertar la Chispa Divina y que la Shekinah pueda habitar en nosotros. Mishkan y Shekinah son palabras que comparten el mismo origen.
Dios nos sacó de Mitzrayim, el lugar estrecho la casa de la esclavitud para “ser nuestro D-os”, lo que significa estar en conexión y conocer la Unicidad. ¿Cómo conocemos esa unicidad? ¿Cómo entramos en conexión con Hashem? Construyendo un lugar santo, haciendo un espacio en nuestros corazones, nuestras relaciones, nuestras comunidades, nuestro mundo y convirtiéndolas un lugar digno para la Presencia de Dios, para la Shekinah. Sin ese lugar santo, esa interioridad, volvemos a ser esclavos, desconectados del todo.
Por eso es que es tan extraordinario y hermoso que la frase “Vaiechal Moshe Et Hamelacha”- y al final Moshe terminó con la obra, esté tan conectado con “Bereshit”- en un principio.
En el Libro de la Formación (Sefer HaYetzirah) hay una expresión que dice: “el final está incluido en el principio y el principio en el final” (Nautz sofa betjilatan
Vetejilatan vesofan). El Lecha Dodi, ese poema que rezamos todos los viernes en la tarde dándole la bienvenida a El Shabbat, hace alusión a esta premisa/principio también: Sof Ma’ase Be’Machshava Techila - el final de la acción ya está presente en el principio del pensamiento.
El propósito de la creación está contenido en esa primera palabra. “En un principio” ya existía la intención, el propósito de la creación de “El Mishkan” para que Hashem Habite en nosotros. Fuimos creados para eso. La creación completa tiene como finalidad ser la morada divina, para que Hashem pueda cumplir con su Dirah Betachtonim. Nuestro deseo de construir o tener una morada, es un deseo que tenemos porque somos parte de Hashem y fuimos creados “a su imagen”.
Moshe Rabeinu, representa el alma elevada, que logra construir un Lugar Santo para que Hashem pueda Morar en medio de nosotros, que era el propósito desde “el Principio”.
Pero tal y como versa el Sefer HaYetzirah: El principio también está incluido/implícito en el final.
Luego de que Moshe termina de construir el Mishkan, luego de todo el esfuerzo y sacrificio, Moshe tiene la revelación de un nuevo Bereshit, un nuevo principio, un nuevo mundo, una nueva etapa. Puede leerse que
El Mishkan era el prjncipio, una especie de Embrión de El Gran Sueño de David HaMelech que luego se materializó con el Majestuoso Templo de Shlomo HaMelech.
Moshe, justo después de haber construido y erigido el Mishkan, (Velo Iachol) no pudo entrar al Ohel Moed (La Tienda De Congregación) porque la Nube de Gloria de Hashem, La Shekinah, ocupaba toda la Tienda. Velo Iachol (y no pudo) y Vaiechal (y completo) comparten la misma raíz. Iachol (habilidad/poder) y Eichal (capacidad).
Luego de haber completado el Mishkan , en el principio del mundo con El Ohel Moed, justo antes de iniciar el nuevo Servicio Divino, Moshe no pudo entrar a ese nuevo lugar, a ese nuevo mundo. Hashem lo hizo esperar para que el se diera cuenta que el mundo como Moshe lo conocía había cambiado, y que el mundo era ahora otro. Antes de comenzar una nueva etapa necesitamos darnos cuenta que el final de un proceso, era el paso necesario para un nuevo principio. Y esos nuevos principios deben estar fundamentados en los crecimientos de los mundos pasados. Debemos seguir en nuestro proceso de crecimiento pero debemos estar dispuestos a aceptar que cada crecimiento implica un nuevo principio.
Debemos tener un plan de donde comenzamos y donde terminamos. Debemos hacer contabilidad de todas las cosas que nos llevaron a completar ese proceso. Cada final, cada vez que “completamos” un proceso damos origen a un nuevo “Principio” y debemos tener bien claro este proceso cíclico.
Shabbat Shalom
N”B”H
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