Un año después: vivir en el mundo de los milagros
- Luis Alfredo De la Rosa
- hace 2 días
- 4 Min. de lectura
Hoy hace exactamente un año, un 2 de Iyar de 5784, mi familia y yo culminamos un proceso que tomó casi tres décadas: nuestro regreso consciente al judaísmo. Nunca imaginé que llegaríamos hasta aquí. Hace dos años comenzamos formalmente este proceso, pero en realidad llevábamos 26 años caminando de regreso a nuestras raíces.
Ayer, mi esposa me preguntó algo muy profundo: ¿Crees que estaríamos en la comunidad si no fuera por nuestro rabino y su esposa? Mi respuesta fue un rotundo NO. No porque no valore a nuestra comunidad —al contrario, la amo profundamente— sino porque la vida espiritual depende en gran parte del maestro…ese que está dispuesto a entregar y del discípulo que está dispuesto a recibir.
Eso, en esencia, es Kabbalah. Kabalah significa “recibir”, pero no cualquier tipo de recibir: es una recepción que requiere humildad espiritual. Solo quien se vacía puede convertirse en un recipiente. Solo quien se abre, puede recibir luz.
Hoy entiendo que aunque seguimos a un solo rabino, cada miembro de la comunidad es un maestro. Cada persona nos enseña algo. Como decía el Rebbe, el verdadero estado de Kabbalah es reconocer que cada persona que llega a nuestra vida tiene un mensaje del Creador para nosotros, nos caiga bien o no. De hecho, deberíamos dejar de decir que alguien “nos cae mal”…todo es para bien!!!
Recuerdo una enseñanza poderosa sobre el Ketoret, el incienso sagrado que se ofrecía en el Lugar Santo: Uno de sus ingredientes, la uña de Galvano, tenía un olor desagradable. Pero sin ella, el Ketoret era inválido. Todos tenemos algo sagrado que aportar, incluso si a primera vista parece desagradable. Nunca olvidaré que fue después de estudiar esa porción del Jok LeYisrael que el rabino me pidió dar mi primera enseñanza de la tarde.
Ayer, el rabino me preguntó: ¿Sientes que has cambiado este año? ¿Cómo has cambiado? Y entonces me vinieron muchas otras preguntas: ¿Soy mejor esposo? ¿Mejor padre? ¿Mejor amigo? ¿Mejor miembro de la comunidad?
No tengo todas las respuestas, pero sí sé algo: Me lo pregunto más seguido…¿Cómo puedo ser mejor ser humano? ¿Mejor esposo? ¿Cómo puedo servir más a mi comunidad?
Hace un año, con miedo y temblor, decidí empezar a escribir una vez por semana. Una bitácora de aprendizajes: de las clases del rabino, del estudio personal, de la introspección. Y hace menos de seis meses, me atreví a compartir algunas de esas reflexiones con conocidos y amigos con la intención de que estas ideas y aprendizajes llegan a alguno que las esté necesitando…una forma de devolver al mundo el conocimiento que estoy recibiendo.
Hice un compromiso conmigo mismo: enseñarle a mis hijas y a mi esposa qué significa ser un hijo de Yisrael. Qué significa ser judío. Ser judío no es solo cumplir reglas. Es buscar la unidad con el Creador. Es decidir dejar de vivir en el mundo de la causa y el efecto, gobernado por leyes físicas, y comenzar a vivir en el mundo de los milagros.
Dejé de creer en el pecado y la culpa, y comencé a creer que cada error, si es corregido, nos conecta más con HaShem. Aprendí que si reemplazamos la palabra Dios en la Torah por la palabra Amor, entonces leemos una historia MUY DISTINTA a la que nos han enseñado…Decidí dejar de creer que somos un cuerpo con alma, y aprender que somos un alma eterna, una chispa divina, energía infinita del Creador.
Comencé a tener la certeza que nuestra realidad está moldeada por nuestros pensamientos, emociones y deseos. Somos los creadores de nuestro mundo. Visualicé mi mejor versión, y decidí comenzar a vivirla. Dejé de preocuparme por el “cómo” y empecé a enfocarme en el “qué”. Y aprendí que no hay que pedir lo que quiero…decidí dejar de hablar desde la escaces, Hay que agradecer lo que ya somos y deseamos... Porque ya fue decretado!!! Solo necesitamos creerlo y dar el primer paso.
Estoy infinitamente agradecido con mi rabino y la rabbanit por acogernos en su comunidad. Por ser un ejemplo de lucha, entrega, sabiduría y dedicación incansable. Sin ellos, este proceso no habría sido posible.
Agradecido con un gran amigo: Akiva - Guillermo, y su bella familia, su esposa Silvana y su hija Katerina. Gracias por ser guía y apoyo constante, por tu consejo... Tus palabras han sido uno de los tesoros más valiosos que llevamos en el corazón.
Agradecido con la familia Rueda Barrios, que nos abrió las puertas de su hogar sin esperar nada a cambio. Desde el primer día nos recibieron en su mesa de Shabbat con amor. Esa hospitalidad es una luz que no se olvida.
Y claro, agradecido con cada miembro de nuestra comunidad. Todos, sin excepción, nos han enseñado algo. Todos han dejado huella en nuestro camino.
Estoy agradecido con mi hermosa familia. A mis hijas: ustedes tomaron la decisión de aceptar la Torah en sus vidas sin que se los pidiera. Eso me llena de felicidad y amor. Que HaShem, el Creador de los mundos, las haga prosperar. Que tengan salud, éxito, bendición y un camino lleno de puertas abiertas y luz.
Y a ti, mi esposa…¿Qué puedo decir que no limite con palabras lo que siento por ti? Eres mi besherte, mi Ezer Kenegdo. La otra mitad de mi alma. La ayuda idónea que HaShem puso en mi vida para impulsarme a crecer. Tú crees que fuiste tú quien decidió apoyarme en el caminar de los 32 senderos, pero en verdad todo es al revés, fue El Creador quien me puso en tu vida para traerte de vuelta a él y para que, con tu amor y tu fuerza, puedas ayudarme revelarme a mí mismo. Gracias por caminar a mi lado, por creer, por amar, Gracias por ser.
Hoy, me puedo responder con certeza que, en una etapa aún temprana pero firme, mi familia y yo hemos decidido vivir en ese mundo donde todo es posible…donde el Creador hace milagros por nosotros todos los días, en cada hora, en cada momento….Hoy Vivimos en el Mundo de los Milagros!!!
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